Emprendedores

El trasvase de riqueza que se está produciendo a nivel mundial en los últimos años no tiene por qué necesariamente significar que todas las empresas, grandes y pequeñas, deban apretarse el cinturón y renunciar a crecimientos acordes con sus objetivos y los proyectos de negocio que proponen. Al contrario, este cambio de paradigma debería servir a los emprendedores para internacionalizar sus empresas y mirar de forma definitiva al mercado global para buscar interesantes rentabilidades.

Según datos de la Unión Europea, la productividad de los países que forman la zona euro cayó en 2012 por encima del 1%. Para el presente año, entidades como la OCDE aseguran que el Viejo Continente seguirá sumido en recesión, lo que, conociendo el manual político en tiempos de crisis, supondrá recorte en el gasto público y, lo que es más grave, aumento en los impuestos, tanto directos como indirectos.

Traducido al nivel del emprendedor, esto obligará a ajustar aún más las previsiones de negocio, al menos en el ámbito local. Es decir, que aún en el mejor de los escenarios que sería el de mantener el mismo volumen de negocio que en el ejercicio previo, las plusvalías serán sensiblemente menores, en tanto que la compra de bienes (IVA) o las obligaciones con el Fisco (IRPF ó Impuesto de Sociedades) crecerán en coste.

Desde el punto de visto de una compañía, independientemente de su estado de desarrollo (start-up, crecimiento, consolidación…) esto no debe significar, en ningún caso, un paso atrás. El reto es ambicioso: con un mercado local rígido y estancado, la opción de lanzarse a otras regiones es la salida para lograr cumplir con los objetivos de negocio marcados en nuestro plan.

Cómo crecer hacia afuera

La gran ventaja de una pyme frente a una multinacional de gran tamaño es la flexibilidad. Esto permite, en un proceso de internacionalización, que nuestra empresa puede amoldarse mucho más rápida y eficientemente al exterior. Para tener éxito en esta expansión tiene varias vías:

  • Caminar parejo a alguno de sus grandes clientes, que sí están implantados en varios países, cerrando un acuerdo de asociación con ellos.
  • Apostar por organismos de apoyo a la internacionalización de las empresas, como el ICEX u otras entidades similares a nivel europeo.
  • Sellar una alianza con uno o varios socios locales que les sirvan de presentadores ante el resto de stakeholders locales y para cerrar sus primeros negocios allí.

Habría una cuarta opción que sería la apertura directa de una oficina externa, en el país identificado como prioritario y eje del crecimiento futuro allí. Sin embargo, personalmente descartaría esta posibilidad por considerarla de excesivo riesgo para una pyme, al menos si no se hubiera cerrado ya previamente un acuerdo comercial con algún cliente foráneo que justificase el relevante riesgo en todos los sentidos que implica establecerse en un mercado que no se conoce y que supone poner un elevado grado de incertidumbre para una pyme.

En cualquier caso, sí que parece coherente lanzarse a una aventura exterior ante la parálisis de la actividad local, aún cuando eso signifique hornear un nuevo plan de negocio para sentar las bases de un exitoso crecimiento futuro.


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