Nuevo negocio

Con la llegada de un nuevo ejercicio son muchos los emprendedores que sienten unas ganas todavía mayores de hacer realidad sus proyectos empresariales. Sin embargo, las tradicionales trabas burocráticas en España ralentizan su puesta en práctica, condenando a muchos de ellos al ostracismo aún sin haber visto la luz. ¿Ha cambiado algo esta situación en los últimos meses? ¿Hay motivos para la esperanza?

El informe Doing Business es uno de los más reputados a nivel mundial que lleva a cabo la OCDE. Una de las claves que analiza es la facilidad que hay en cada país para la creación de una empresa, en base a una serie de criterios, como el número de días para la concesión de permisos, los documentos a rellenar o los requisitos previos que se exigen a los socios fundadores del negocio.

En su última edición, España ocupa el puesto 30 sobre los 34 países que forman la organización, sólo por delante de Austria, Grecia y Polonia. Según este informe, en el país ibérico hacen falta 10 trámites (el máximo recogido) y 28 días para completar el proceso. A pesar de ello, como algo positivo se valora el que, por lo menos, el emprendedor no debe desembolsar una gran cantidad de dinero para obtener dichos permisos por parte de la Administración.

En el vagón de cola

El documento agrupa los países en función de la facilidad que se dan desde las instituciones para poner en marcha una compañía. En el grupo de los elegidos se sitúan Australia, Canadá y Nueva Zelanda, ya que, como media, sólo se necesita un día, algo más de dos trámites y un coste para crear la empresa de sólo el 0,5% de la renta per cápita, sin necesidades de capital mínimo. España, por su parte, se encuentra en el quinto grupo, el peor, junto a la República Checa, Grecia y Polonia.

Y es que, en España, hacer legal un negocio requiere un 4,7% de la renta por habitante y un capital mínimo que representa un 13,2% de dicha renta. Además, se resalta la tradicional aversión al riesgo por parte del emprendedor tipo español, por culpa, según se destaca, de una legislación concursal excesivamente rígida y con necesidad imperiosa de flexibilizarse.

Nuevos bríos para el incentivo empresarial

Así las cosas, desde el propio sector de start-ups se insiste en el fomento de iniciativas para la creación de nuevos negocios, más si cabe, en la actual coyuntura que vivimos. No todo van a ser malas noticias. Ideas como la de ‘¡¡¡España Emprende!!!’ suponen un aire fresco en medio de la recesión actual. Detrás, muchas incubadoras de emprendedores y escuelas de negocios apuestan por la puesta en práctica de las ideas que aporten gente con ganas de lanzarse a la aventura empresarial.

De entre todas sus ideas, planteamos aquí cinco que creemos las más acertadas:

  • Creación de un visado de emprendedores para atraer talento innovador del resto del mundo.
  • Una contratación «más transparente y competitiva» las startups y vincular las Universidades a proyectos con empresas privadas.
  • Crear un fondo de capital público-privado para el desarrollo de la pequeña empresa.
  • Poner en marcha otro fondo de capital riesgo para «startups» en el que participen el ICO y el Banco Europeo de Inversiones junto a sociedades de capital riesgo.
  • Impulsar indicadores que identifiquen el retorno y calidad de cada una de las iniciativas de apoyo puestas en marcha por la Administración Pública.

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