digital

Cuando en septiembre de 2008 Lehman Brothers anunció su bancarrota, no sólo se estaba dando la estocada definitiva al cuarto banco de inversión más importante de EEUU por volumen de activos, sino que, también, se ponía una sombra de duda sobre la gestión de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) dentro de las grandes multinacionales. No en vano, esta entidad financiera, con más de 150 años a sus espaldas, era considerada en Wall Street como la Robin Hood del mundo de los negocios por sus donaciones a caridad y su filantropía.

El paisaje de la rsc en la actualidad no es tan idílico como pueda parecer, sino que también cuenta con sus propios nubarrones, y más si queremos aplicarla a través de nuestra pyme o pequeño negocio. Como en otras ramas de la economía, los efectos de la recesión no han pasado inadvertidos dentro de las políticas y medidas que la engloban. La caída en los ingresos, sobre todo entre los negocios más modestos, ha obligado a muchas de ellos a concentrarse en la supervivencia como única política corporativa, olvidándose de cualquier otra iniciativa que no vaya encaminada al saneamiento del negocio. Algo particularmente grave en un mercado como el español, donde el 99,6% del tejido empresarial lo forman empresas que no llegan a los 100 trabajadores.

La respuesta al por qué, aún así, las empresas continúa apostando por la RSC aún en tiempos difíciles hay que buscarla entre varios factores, aunque uno de ellos, quizá de los más significativos, se encuentra en la corriente ideológica que se está imponiendo entre directivos y empresarios a favor de crear compañías sostenibles, que lleven a cabo políticas responsables a largo plazo.

Un sendero de ida y vuelta

Viajemos entonces al futuro de las inversiones sostenibles y éticas pero fijándonos un segundo en el pasado. Ya dijo Aristóteles en el siglo IV a.c. que la esperanza es el sueño de los hombres despiertos. Y es por ello por lo que tenemos que pensar que, a pesar de la actual coyuntura, más bien temprano que tarde saldremos de la crisis. Y será en ese momento cuando podremos comprobar la verdadera madurez de la rsc dentro de las políticas a largo plazo de las empresas.

Según un informe del Observatorio de las Redes Sociales, el 50% de los internautas de entre 16 y 45 años se conecta a alguna red social cada vez que utiliza Internet. Un porcentaje muy interesante para que las empresas empiecen a apostar por entornos como Facebook, Linkedin o Twitter a la hora de comunicar cualquier noticia de cara a la opinión pública. Sin embargo, parece que todavía queda un largo camino por recorrer.

No en vano, y centrándonos específicamente en la RSC, un estudio de Global Alliance en colaboración con IE University, Cambridge y la IULM italiana revela que sólo el 12% de las empresas españolas utiliza las redes sociales para explicar sus acciones solidarias. Las empresas deben ser conscientes de que los usuarios ya no acudimos a la Red a buscar información almacenada, sino que leemos las fuentes, compartimos y modificamos la propia información.

Este feedback entre compañías y usuarios parece que será clave en el futuro de la comunicación 2.0, ayudando, según los expertos, a que los consumidores valoren más los impactos que reciben al sentirse integrados dentro de ellos, ya que pueden participar tanto en su elaboración como en su ejecución. La RSC consiste en cambiar la cultura de una organización y encontrar nuevas formas de trabajar; algo muy en consonancia con el propio espíritu de las redes sociales.

Cada uno desde su propia plataforma de negocio, podemos aspirar al bien común a través de internet. Es sólo cuestión de ganas, esfuerzos y compromiso. ¿No sabes por dónde empezar? Pregúntate a ti mismo en qué te gustaría colaborar para fomentar el bien común. Hay tendrás una primera respuesta. A partir de ahí, lánzate.


También puede interesarte:

  1. Un cuento sobre la especulación
  2. 5 ejemplos de sagacidad
  3. Cómo poner en marcha una tienda online