Low-cost

La necesidad de llegar a clientes cada vez con menos recursos está fomentando cada vez más la creación de empresas low-cost que ofrecen productos y servicios ajustados a todos los bolsillos. Un modelo de negocio que tiene sus pros y sus contras, y que puede acabar haciendo morir de éxito a una compañía de éxito por causas tan básicas como simplemente no haber sabido calibrar los flujos de caja o no obtener plusvalías por el desempeño de su labor.

Ofrecer un buen servicio fomentando el ahorro. Una máxima ideal para que cualquier empresa sea capaz de ganar cuota de mercado aún dentro de una coyuntura tan complicada como la actual. Una apuesta por la calidad que, con frecuencia, ya ha sido analizada por las grandes compañías, pero que es muy complicado que acaben implementando debido a que cuentan con una mayor rigidez para mejorar la eficacia de sus procesos, algo que resulta mucho más asequible en el caso de una pyme.

Optimizar los recursos sin despreciar la calidad, apostar por las nuevas tecnologías o vigilar los costes de todos los procesos intermedios son algunas de las claves para reducir el gasto que supone poner en el mercado tu producto. Evidentemente, la negociación con el proveedor y el transporte acaban suponiendo un ahorro mucho mayor en el largo plazo, pero dentro de la competitividad actual, en donde todas las empresas son capaces de ajustar bastante bien ambos conceptos, es en los elementos más cualitativos donde se pueden acabar cosechando descuentos más sensibles.

La importancia de la Red

Es casi inconcebible pensar en abrir hoy en día un negocio sin tener presente Internet. De hecho, cada vez es mayor la proporción de ingresos que llega desde el e-commerce en vez de las relaciones comerciales tradicionales. Sin embargo, competir en online aumenta exponencialmente el conocimiento del consumidor, que cuenta a su disposición con todas las plataformas para la venta desarrolladas por las empresas y, además, con páginas web y redes sociales que actúan como intermediarios, comparando productos, evaluándolos y permitiendo a los consumidores expresar libremente su opinión sobre lo que quieran.

Por ello, cualquier negocio presente en la Red precisa de una fuerte inversión intensiva en trabajo, bien sea por medio de ofertas directas (2×1, reducciones en los precios a partir de una determinada cantidad de bienes…) o a través del sistema de cupones y descuentos, clave en el éxito reciente de entidades como Groupon.

Pero ni en uno ni en otro caso hablamos propiamente de un negocio low-cost. Para hacerlo, una empresa debe ofrecer productos más simples y básicos, sin aderezos en forma de atributos que incrementan de forma artifical su coste para el consumidor. Además, deben apostar por la sencillez tanto interna (una organización ágil y ‘ligera’ en los mandos intermedios) como externa (facilidades en la compra, catálogo eficaz y útil para los clientes).

Un parámetro clave: la financiación

No nos engañemos. Conseguir desde el primer momento ofrecer productos y servicios low-cost exige una inyección de capital importante en nuestro negocio. En caso contrario, elementos como el pago a proveedores o la falta de liquidez pueden acabar echando el traste nuestra estrategia de posicionamiento. Por ello, el papel de las entidades de capital riesgo o, directamente, de los bancos vía financiación directa, resulta fundamental.

Con ello, se podrá cosechar el crecimiento rápido suficiente como para posicionarse adecuadamente y, de paso, ser competitivo frente a las empresas ya establecidas. Algo ya complicado de por sí, pero muy ambicioso para los tiempos que corren.


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