Montar una tienda en un local físico puede parecer una auténtica temeridad en los tiempos que corren, en donde vemos los carteles de ‘se vende’ o ‘se alquila’ allá por donde caminemos, da igual la ciudad que sea. Sin embargo, aún en la coyuntura actual, hay nichos de mercado con crecimientos constantes en los últimos años, y que precisan sólo de algunas innovaciones y esfuerzos para evolucionar y ser todavía más viables en los próximos años.

Los motivos por los que abrir un negocio pueden ser múltiples: ganas de cambiar de vida, desempleo, necesidad de probar cosas nuevas… Cualquiera que sea nuestra razón para hacerlo, influirá decisivamente en el modelo de negocio y en el sector que elijamos como campo de actividades. Por ello, quizá la primera y más importante decisión a tomar es la forma de comercialización de nuestro proyecto.

Hablamos hace un tiempo del modelo de las franquicias, una buena elección inicial para los más conservadores: la inversión económica será menor y tendremos una imagen de marca y un posicionamiento previo alto, algo impensable para una empresa de nueva generación. Si, por el contrario, apuestas por partir tú sólo con tu idea no pagarás canon de entrada ni derivarás a tu franquiciador un porcentaje de publicidad, pero también en el resto de cosas partirás de cero.

Un problema en potencia: la licencia de apertura

Aunque pueda parecer increíble, uno de los puntos clave para abrir un negocio es el retraso habitual que se da en la concesión de la licencia de apertura. Un proceso que, en el mejor de los casos, se demora al menos en seis meses. En caso de no respetar estos plazos, podemos enfrentarnos a una sanción que puede llegar a los 1.500 euros.

Sin embargo, durante este tiempo de espera, y olvidándonos por el momento de otros trámites a implementar (contratación de agua, luz y teléfono; acuerdos con proveedores, apertura de líneas de crédito…), cabe llevar a cabo alguna actividad relevante de cara al éxito de nuestro proyecto.

Entre ellas está la de acudir al registro de licencias del ayuntamiento para saber la situación del local que vas a arrendar o comprar. Es decir, en manos de quién está, si tiene cargas de alguna clase o ha pasado las debidas inspecciones. Hacerlo te puede evitar disgustos futuros y, sobre todo, te ayudará a darte confianza para cuando empieces realmente tu actividad.

Pensar en todos los detalles

Creada la empresa y elegidos el sector y la forma de comercializar los productos, llega el momento de tomar otra decisión vital: la localización del local comercial y la decoración del mismo. Sin querer aburrirte con demasiados detalles, ten muy presente las siguientes ideas:

  • Alquiler o compra de un almacén adecuado
  • Decora la tienda con gusto y que cree atracción en los clientes
  • Coloca los productos en lugares estratégicos y visibles
  • Contrata a un profesional para que haga destacar tu escaparate
  • Habilita distintas modalidades de pago para tus clientes
  • Adelanta los pedidos de compra para disponer de mercancía suficiente
  • Hazte con una base de datos abundante de proveedores
  • Sobre todo al principio, copia los precios de los rivales

  • También puede interesarte:

    1. El presupuesto: un gran aliado para tu negocio
    2. Logra beneficios en las redes sociales
    3. Ante la crisis…¡crece!