“No hay un Estados Unidos blanco y otro negro, sino los Estados Unidos de América”

— Barack Obama —

No ha sido el primer afroamericano en luchar por los derechos de su raza en un mundo aún teñido de blanco, pero sí el que más lejos ha llegado. Antes de él, en los ya lejanos años sesenta, el reverendo Martin Luther King proclamaba desamparado su sueño de igualdad en Washington. Unos años más tarde, Chisholm intentaba sin éxito convertirse en la primera mujer de color presidente de los EEUU. Su anhelo duró apenas un suspiro, justo el tiempo en el que los demócratas la desecharon como candidata para los comicios de 1972. Obama contaba con sólo diez años de edad.

Hijo de una joven blanca perteneciente a una familia tradicional de la agreste Wichita, en el Estado de Kansas, y un economista keniano estudiante de Harvard, el joven Barack supo sobrevivir a una infancia difícil, que comenzó con un golpe inesperado: sus padres se divorciaban en 1963, cuando únicamente había cumplido su segundo año de vida. Sólo vería una vez más a su progenitor, y no sería hasta casi tres décadas después.

Meses más tarde, su madre, Ann Dunham, encontraría de nuevo el amor con el indonesio Lolo Soetor-Ng, que no tardó en llevarse a ambos a su país natal. “Barack siempre se ha movido entre varios mundos”, asegura su hermanastra Maya Soetoro-Ng. Apenas unos años después, el empeño familiar en conseguir que tuviera acceso a una mejor educación devolvió a Obama a EEUU, concretamente a la casa de sus abuelos maternos en Hawai.

La inolvidable abuela Madelyne

Allí conoció a la gran influencia de su vida, como él mismo ha reconocido, a la persona que ha querido “más que a nada en el mundo”. Su abuela Madelyne lo empujó a estudiar por encima de cualquier cosa y logró sacar adelante a un adolescente rodeado por una sociedad que le incitaba a la rebeldía y al abuso de las drogas. Gracias a ella, logró las calificaciones que le permitieron dar el salto a Columbia para estudiar Ciencias Políticas. Unas horas antes del triunfo electoral en el último y definitivo supermartes, Madelyne fallecía a los 86 años víctima de un cáncer.

En 1983, Obama finalizó su formación en Harvard antes de convertirse en becario de una prestigiosa firma de abogados. Allí, su imponente jefa descubrió de primera mano el encanto del joven aspirante a legislador, y, a pesar de haberle dado dos veces consecutivas calabazas, acabó casándose con él. Fruto de ese matrimonio, Michelle y Barack tienen dos hijas, Malia, de 10 años, y Sasha, de 7.

Poseedor de un doctorado cum laude en Harvard, decidió dar el salto al mundo de la política tras una breve etapa como profesor en Chicago. En 1996 fue elegido legislador por Illinois, iniciando su despegue mediático gracias a su retórica ágil y a la conexión especial que lograba establecer con los votantes. El 20 de julio de 2004 brindó su apoyo incondicional al candidato John Kerry, como gran colofón final a la Convención Demócrata. Los medios de comunicación de todo el país no tardaron en elogiar su “histórico discurso” de Obama, como rezaba el Washington Post.

Camino al éxito

Barack, cuyo nombre significa ‘bendito’ en árabe, sentó en ese momento las bases de su proyección posterior, que le llevaron a convertirse un meses más tarde en senador por Illinois y cuatro después en el candidato demócrata a gobernar el país, tras derrotar al lobby Clinton en las primarias. El resto es pura historia, acaso el sueño que algún día invadió el descanso del reverendo King, en el que un norteamericano de color lograba convertirse en presidente. El primer demócrata tras Carter en recibir más del 50% del voto popular en unas generales. La gran esperanza para un mundo en crisis.

“Puede que recibiera vuestro apoyo, pero oigo vuestras voces, necesito vuestra ayuda y también seré vuestro presidente”, fue su despedida de aquel improvisado mitin en el Gran Park la madrugada del 4 noviembre de 2008. Obama pasará a la historia como el 44º presidente de los Estados Unidos de América.


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